Los jóvenes sí podemos
Hace unas semanas voté por primera vez a unas elecciones locales y lo hice votándome a mí mismo como cabeza de lista a toda una capital autonómica, un hecho insignificante en sí mismo y más atendiendo al resultado de las votaciones a posteriori de la jornada electoral, pero altamente gratificante y de un gran valor personal como culminación de un trabajo de muchos meses con una importante dosis de dedicación y esfuerzo en un terreno completamente nuevo para mí. Difícilmente se pudo parecer la creación de mi partido, la precampaña o la campaña electoral a lo que te cuenta un profesor de Ciencia Política en la Universidad, la política no es tan mala ni tan buena como se dice, sino todo lo contrario. Es algo completamente distinto. A la par que muchos pero insuficientes son los analistas politólogos, sociólogos e intelectuales en general capacitados que podrían esclarecer y allanar en cierto modo el camino para que la información y las vías de actuación mejorasen, son demasiados los pseudo-tertulianos y columnistas mercenarios que enmarañan y embrutecen los prismas que, si bien debieran ser ideologías o conjuntos de valores, se quedan en meros choques de intereses entre los que se incluyen los estratégicos, los empresariales y las ambiciones personales, que nada tienen que ver con el activismo ciudadano y los derechos del individuo. Normalmente, el resultado de los acercamientos a la explicación de fenómenos políticos suele reducirse a ámbitos muy concretos en los que nos acercamos a la verdad de una realidad particular pero no aplicable al resto de fenómenos, o unas conclusiones muy generales compuestas por una teoría cuya profundización en dichos fenómenos es insuficiente. En fin, sería imposible explicar o resumir mínimamente lo que es la política y como funciona en un artículo como este sin acabar diciendo sencillamente que es bastante mejorable en todos sus aspectos.
Es sabido que en los momentos de mayor adversidad surgen los grandes intelectuales, por lo que es posible que el momento de bienestar en el que vivimos nos impida pensar, especialmente a la clase política quien se puede sentir relajada con la sensación de tener el trabajo hecho. Sin ánimo de ser agorero pero teniendo como base la experiencia, debido a los ciclos tanto económicos como sociales que en nuestra Historia se reproducen, estimo que esta bonanza se fraccionará en algún momento y una crisis se producirá. Yo soy una persona que cree en las segundas oportunidades, pero únicamente para quien las merece. El reto de un buen estudiante, un buen atleta o un buen político no es llegar a lo más alto, sino mantenerse ahí y, como en el caso de los nómadas de las tribus africanas, mantener los cinco sentidos siempre en alerta ante los peligros que en cualquier momento les pueden acechar. El tigre de bengala que acabará devorando a nuestros políticos se conoce como mediocridad, siendo muy pocos los que llegado el momento de la cena de la bestia no formarán parte del festín como entrante, postre o plato principal. Sí, la mediocridad es autodestructiva.
Es sabido que en los momentos de mayor adversidad surgen los grandes intelectuales, por lo que es posible que el momento de bienestar en el que vivimos nos impida pensar, especialmente a la clase política quien se puede sentir relajada con la sensación de tener el trabajo hecho. Sin ánimo de ser agorero pero teniendo como base la experiencia, debido a los ciclos tanto económicos como sociales que en nuestra Historia se reproducen, estimo que esta bonanza se fraccionará en algún momento y una crisis se producirá. Yo soy una persona que cree en las segundas oportunidades, pero únicamente para quien las merece. El reto de un buen estudiante, un buen atleta o un buen político no es llegar a lo más alto, sino mantenerse ahí y, como en el caso de los nómadas de las tribus africanas, mantener los cinco sentidos siempre en alerta ante los peligros que en cualquier momento les pueden acechar. El tigre de bengala que acabará devorando a nuestros políticos se conoce como mediocridad, siendo muy pocos los que llegado el momento de la cena de la bestia no formarán parte del festín como entrante, postre o plato principal. Sí, la mediocridad es autodestructiva.
El papel que jugamos los jóvenes, ahora mismo ciudadanos en ciernes, es primordial. Debemos, dado que no tenemos la oportunidad de participar más que de modo residual (queramos o no, los derechos no se tienen, se consiguen) mirar con atención el panorama que se nos ofrece y, antes de entrar a su juego, aprender de los errores que se están cometiendo para no ser partícipes de ellos desde este momento y superar este estancamiento político y social y tener algo que ofrecer el día de mañana a este país y al mundo. No es necesario esperar, porque el día de mañana puede ser hoy, el problema ya está aquí, y el querer solucionarlo depende de cuánta carne pone cada uno en el asador.
Ramón Villaplana
Presidente de Jóvenes de Centro
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